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jueves, 25 de abril de 2013

ARREBATADOS AL SILENCIO * Por Claudia Ainchil


Marzo es un mes en donde la presencia del ser como individuo libre se instala, cae algún que otro lagrimón que permanecía escondido en los archivos gráficos de nuestra existencia. El 24 es una fecha clave para no olvidar, porque la lucha de los instantes vividos y por vivir precisa un eje solido de memoria colectiva. Eso permite construir presentes.
Los agujereados pedazos, monólogos revolviendo cada recuerdo impreso en lo más profundo del alma se retuercen a veces con rapidez, otras en cámara lenta. En terraplén recortan pedazos de cielo, los mosquiteros hombres como extraños testigos de la barbarie acaecida graban imágenes. Y sus miradas, que no se olvidan…   
A fines de marzo presencie un acto realizado por la Comisión de Derechos Humanos de la Asociación del Personal Legislativo (APL) en el Salón Azul del Senado de la Nación donde se homenajeó a los empleados legislativos desaparecidos, quienes, iban a trabajar, recorrían las baldosas del Congreso como un hecho cotidiano y repentinamente un día fueron robados por la feroz oscuridad. Mejor dicho, engullidos, tragados, pasaron a no estar, a ser nombres y apellidos junto a otros nombres y apellidos. Los desaparecieron.
Mientras oía por la locutora sus historias una sacudida interna comenzó a apoderarse de quienes estábamos presentes. Bebe Ponti leyó un poema en homenaje a su hermana detenida y desaparecida en octubre de 1979, “Anti elegía para Isabel en el país del nunca olvido”. “Solo fuego y vértigo y nunca más, solo tu nombre…”, “y no hay perdón octubre ni relincho(…) y este azul escarcha ,el de un torrente acaso vendaval arenas rojas, fuego puro y hermana que nace y renace en este día perforado sin olvido”.
A continuación comenzaron a ocupar parte del aire. De inmediato la quietud de cada rincón se fue llenando de trazos penetrantes, abiertos, emergiendo de jaulas. Los centímetros roncos volvieron a tener voz, una voz cálida porque cada nombre que resonó en los parlantes fue un pichoncito de gorrión arrebatado al silencio. Y resonaron sus historias desde el micrófono:

María Virginia Cayetana Brizuela. Fue detenida el 10 de mayo de 1977, tenía menos de 30 años. Militaba en la Juventud Peronista. Trabajaba en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Era Maestra y estudiante universitaria. Fue secuestrada en Capital Federal, junto a su ex pareja. La vieron en la Unidad Penal 1* de Caseros. Un obispo le informó a su familia que estaba en la ESMA.

Ana María Tosetti. Fue secuestrada el 27 de agosto de 1977. Tenía 35 años. Es recordada por su generosidad, también porque le gustaba la poesía. Era docente y trabajaba en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Su hermano militaba en montoneros y se encuentra desaparecido.

Beatriz Arango. Tenía 42 años, Licenciada en Bibliotecología. Trabajaba en la Biblioteca del Congreso de la Nación. La secuestraron de su domicilio  el 24 de noviembre de 1977. Diez personas se identificaron como miembros de la Policía Federal, la secuestraron llevándose todo lo que encontraron de valor.

José Agustín Potenza. Trabajador de la Biblioteca del Congreso de la Nación. Lo secuestraron junto a su compañera en el Hotel Ermitage(Pocitos, Montevideo), por fuerzas armadas o de seguridad paraguayas. Victima del Plan Cóndor. Tenía 52 años.

Eduardo Gabriel Horane. Lo secuestraron el 8 de Diciembre de 1977 en la Iglesia Santa Cruz, tenía 33 años. Era Estudiante de Ingeniería de la UBA y dirigente de Tupac. Trabajaba en la Cámara de Diputados de la Nación. Estuvo en la ESMA. Norma Raquel Falcone, su compañera, fue secuestrada y desaparecida en 1978.

José Edgardo Waisman. Militante peronista, participo del chárter que trajo a Perón.  Fue asesinado el 8 de mayo de 1976 en Palomar. Era Abogado, defensor de presos políticos. Trabajaba como asesor de Comisión en la Cámara de Diputados de la Nación.

Sara Isabel Ponti. Secuestrada el 17 de octubre de 1979, tenía 35 años. Fue llevada a la ESMA. Era maestra normal nacional y Medica Cirujana. Trabajaba en el Senado de la Nación como Asesora en la Comisión de Minoridad y Familia, en 1973. Trabajo con el Doctor Favaloro y fue Jefa de Residentes en el Hospital Penna. Asimismo se desempeño como médica en FOETRA. Presuntamente secuestrada junto a su compañero y a Guillermina Amarilla en un procedimiento que hizo la policía en un bar de Ramos Mejía. Uno de sus hermanos fue testimonio en la causa de la masacre de Margarita Belén.

Juan Carlos Palumbo. Fue secuestrado en la vía pública el 7 de enero de 1983 al salir de su trabajo, tenía 46 años. Su esposa dijo que era afiliado al Partido Radical. Trabajaba en Automotores del Senado de la Nación. Desaparecieron el y su coche en Capital Federal.

Néstor Ortiz. Tenía 25 años y militaba en el Peronismo de base. Trabajaba en el Senado de la Nación asesorando al Senador Martiarena. Seis meses después del golpe militar no se supo nada más de él ni de su familia.”
“Esos fueron los compañeros desaparecidos”- concluyó la locutora. Estallaron los aplausos. Acto seguido surgió el canto de Peteco Carabajal.

Después todos nos fuimos retirando, y mientras bajaba la escalera del Palacio legislativo note la tibieza emoción en los rostros. Humedad salada en las miradas. Un rugido inmenso de sol proyectando memoria.
Fue ahí, en el límite entre ese edificio repleto de historias y la Avenida Entre Ríos,  donde recordé durante un largo rato a mi padre, como sentía la política en la sangre, sus años en la Cámara de Diputados, todo lo que tuvo que pasar, esa resistencia silenciosa que con el tiempo lo llevo a enfermarse y a irse demasiado pronto. 
Era evidente la luz de la media tarde esparciéndose. Para que nunca más.